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“Precios por las nubes”

Por Adrián Vázquez Parra

Una tras otra, distintas problemáticas nos aquejan. Primero, la pandemia del Covid 19 -que no ha terminado del todo- y ahora, la guerra entre Rusia y Ucrania -que se ha extendido mucho más de lo que Vladimir Putin pretendía-. Ambos fenómenos han trastocado la economía global con efectos perceptibles en todos los rincones del planeta que, cual movimiento telúrico, se han dejado sentir con un alto nivel de intensidad.

Los efectos de ambos sucesos se manifiestan en las esferas política y social pero, sobre todo, golpean al órgano más sencible de la economía, el bolsillo de la ciudadanía.

Primero la pandemia, y el confinamiento -que en algunos países fue mucho más estricto que en otros- generaron un paro en los sistemas de producción y un estancamiento en la cadena mundial de suministro, que afecto tanto a productores como consumidores a nivel global. El petróleo, a causa de tal situación, llegó a tener un precio en valores negativos. Lo que para unos parecía positivo, para otros (millones) significó pérdida de empleos, reducción de salarios, empobrecimiento y encarecimiento, cuando no escasez, de productos e insumos básicos.

Ahora, la guerra entre el régimen de Valdimir Putin y el gobierno de Volodimir Zelenski, cuyo escalamiento a nivel continental e internacional es cada vez más claro y preocupante, está generando un incremento estrepitoso en los costos de los commodities (productos básicos) y en las fuentes de energía que activan y movilizan a los aparatos productivos del mundo.

Por mencionar sólo algunos de los ejemplos más representativos, aquí le comparto algunos datos: a) según las predicciones económicas internacionales, los precios de la energía se van a incrementar en, al menos, un 50% para este 2022. b) Los precios de productos agricolas y metales (cereales, alumnio y acero por ejemplo), tendrán un incremento promedio de 20% para este año. c) La mezcla de petroleo Brent de los Estados Unidos, alcanzará su nivel más alto desde 2013, llegando en promedio a los 100 dolares (USD) por barril. Un incremento del 40% en comparación con el año pasado.

Para el gas natural, se espera que su costo al consumidor, para el año que corre, llegue al doble de los precios marcados el año pasado. En el caso de productos como el trigo y los fertilizantes (de los cuales Rusia y Ucrania figuran entre los principales productores y exportadores) verán incrementos hasta del 40%. El carbón tendra incrementos tambien cercanos al 20%.

El aumento en cualquiera de estos insumo básicos significa un incremento desencadenado en una amplia gama de productos y servicios que dependen, directa o indirectamente, de estos commodities. Un incremento en los fertilizantes

significará un alza en los precios de casi todos los productos agricolas de consumo humano. Una subida en el gas o el petroleo significa elevar los costos de producción de los aparatos industriales. El aumento en la base de la cadena productiva se reflejará, indefectiblemente, en la cuenta que los consumidores pagarán en el supermercado, en los recibos de gas y luz o en los servicios básicos.

Los mexicanos, no ajenos a esta situación, venimos experimentando una inflación no vista en los últimos veinte años. Superior al 7%. La situación que hemos descrito y los ejemplos señalados, nos hacen avisorar que la salida de esta dificil situación no está cerca todavía. Aún tenemos una larga cuesta que andar.

En un país donde entre el 50 y el 60 por ciento de la población dispone poco más de la mitad de su ingreso mensual para adquirir los productos de la canasta básica, donde, despues de la pandemia, los empleos que se restablecen tienen salarios más bajos a los de 2019 e inicios de 2020; las predicciones sobre el incremento de los precios de los productos básicos debe preocuparnos, pero sobre todo ocuparnos, a todos.