Por Oswaldo Ceballos
Un 3 de noviembre, pero de 1957 fue lanzado por los soviéticos el Sputnik 2 que llevaba a una pasajera viva: la perrita mestiza llamada Laika.
Ella no fue el primer animal en el espacio. Antes, los Estados Unidos mandaron unas moscas de la fruta en febrero de 1947.
Tampoco fue el primer perro en el espacio, Dezik y Tsygan fueron enviados y luego una gran cantidad de perros callejeros también los llevaron a viajes similares.
Pero Laika es recordada por muchas cosas, ella se destacó por ser muy tranquila además que pesaba apenas 5 kilos, Vladimir Yazdovsky quien se encargó de preparar a Laika para su último viaje dijo que era “tranquila y muy encantadora”.
Fue entrenada para comer un gel especial rico en nutrientes que la alimentaría durante el vuelo.
Ese entrenamiento fue riguroso para Laika, la encerraron junto con otras dos perras: Albina y Mushka quienes estaban en jaulas cada vez más pequeñas y fueron colocadas en aparatos que simularon el ruido, movimiento y aceleración que vivirían en el vuelo.
El Sputnik 2 estaba equipado con dispositivos que mantendrían a Laika lo más posible con vida, contaba con un generador de oxígeno para absorber el dióxido de carbono además de un ventilador que se activaba por la temperatura y con una cantidad del gel que la alimentaría hasta por siete días… siete días nada más.
Ella no regresaría, ya se sabía desde el principio pues no existía la tecnología para el regreso a casa en ese momento.
Durante las primeras horas del 3 de noviembre, despegó la nave, enseguida hubo problemas. La frecuencia cardiaca de Laika se incrementó a 240 latidos por minuto a comparación de los 103 antes del despegue. Respiraba cuatro veces más rápido.
Además de los temas de salud, la nave tuvo problemas en el núcleo Blok A del cono frontal el cual no se separó, esto detuvo el funcionamiento del control térmico y provocó el incremento de la temperatura ambiente a 40 grados.
Laika duró con vida apenas siete horas más.
Los soviéticos dijeron públicamente que ella murió sin dolor luego de siete semanas en el espacio, pero en el 2002, 45 años después del lanzamiento, se reveló que Laika murió agonizando y a las pocas horas del despegue.
La escritora Olesya Turkina, en su libro “Soviet Space Dogs” citó a un científico de la misión Sputnik 2 que señaló: “»Cuanto más tiempo pasa, más lo siento. No debimos haberlo hecho. No aprendimos lo suficiente de la misión para justificar la muerte del perro».
Laika fue sacrificada por el avance tecnológico humano, por la guerra fría que se desarrollaba y que también cobró un número incalculable de vidas humanas en diversos frentes de batalla donde las dos potencias peleaban a oscuras.
Así como ella, millones de animales han muerto por experimentos de los humanos. Laika murió y sus restos se perdieron en el espacio al igual que otros perros llevados a la nada… Ella hoy es una estrella más.